La verdad es que mentir es bastante común en los niños pequeños. Después de todo, sus cerebros en rápido desarrollo están empezando a comprender la diferencia entre lo real y lo ficticio. Entonces, lo que es una mentira para ti podría ser simplemente una diversión para ellos. Pero eso no significa que tu niño sea demasiado pequeño para comenzar a aprender el valor de la honestidad. ¡Todo lo contrario! Plantar las semillas del buen carácter temprano es en realidad la mejor manera de cultivar un niño honesto y moral en el futuro. ¡Aquí, algunas lecciones de honestidad para seguir creciendo!
Lee este tipo de libros para enseñar honestidad.
Debido a que los libros para niños muy comúnmente contienen una moraleja, pueden ser excelentes herramientas para enseñarle a tu pequeño acerca de la honestidad. Las moralejas de los cuentos permiten a los padres transmitir ideas generales a sus niños pequeños, sin que éstos se sientan sermoneados). Sin embargo, la clave es que el libro debe resaltar el efecto positivo de la honestidad, no las consecuencias negativas de mentir (como “Pinocho”). Según un estudio de la revista Psychological Science, sólo el primer tipo de libro mejora la honestidad en niños de 3 a 7 años. ¿La moraleja de esta historia? Siempre lidera con lo bueno, no con lo malo, para inspirar el mismo comportamiento en tu propio hijo.
Comparte también cuentos de hadas sobre la honestidad.
No siempre necesitas un libro para contar una historia. Toma una página de sus libros de cuentos para crear tus propias lecciones de honestidad personalizadas. Primer paso: Atrae a tu bebé con muchas (y muchas) palabras descriptivas que ilustren lo que el personaje principal de su historia está haciendo y sintiendo:
“Cuando Sofi escuchó a su panza gruñir tan fuerte como un león, se preguntó qué podría estar pasando. ¿Se había tragado un tren de juguete? ¿Podría tener hambre? Con eso, la niña entró de puntitas en la cocina oscura para encontrar un bocadillo delicioso.”
¡En poco tiempo, tu pequeño estará muy atento!
“Sophie se puso de puntitas, se estiró y descubrió un delicioso brownie en la mesa. ¡Qué suerte! De repente, agarró el brownie y, ¡puf!, ¡estaba en su pancita en un instante!”
Luego viene el dilema de la honestidad:
“¡El papá de Sophie entra a la cocina y ve que falta el brownie! Él pregunta: ¿Sabes qué pasó con el brownie? Sophie se siente mal y no quiere molestar a papá. ¿Debería decir que el perro se lo comió? ¿Debería fingir que nunca vio el brownie?”
Finalmente, la moraleja. Aquí es donde se resuelve su problema y todos viven felices para siempre. En el caso de Sophie, le dice a su papá que ella se comió el brownie y que lo siente.
“¡Muchas gracias por ser honesta, mi amor! Me preocupaba que Firulais se lo comiera. Si no hubieras dicho la verdad, ¡habría tenido que llevarlo urgentemente al veterinario!”
Observa que no hay regaños al final del cuento. El objetivo de la historia es fomentar la honestidad, no regañar por una travesura.
Demuestra honestidad tú mismo/a
Si bien es posible que no siempre te sientas como la persona más inteligente, genial y más ordenada del mundo, tu niño realmente cree que lo eres... ¡y es por eso que quiere imitar todo lo que haces! Entonces, ¿por qué no darles algo positivo, como la honestidad, para imitar? Eso significa eliminar conscientemente las mentiras cotidianas (no tengo dinero para el camión de los helados) y optar por la verdad en su lugar (ya te comiste un dulce hoy, así que nono puedes comer helado también).
Lo mismo ocurre con las falsedades que tu hijo puede escuchar, como “ya tenemos planes” o “firmé la petición hace rato”. Si bien ser siempre honesto ciertamente puede volverse difícil, si no lo eres, puedes enviar mensajes contradictorios a un niño pequeño, cuyo cerebro no está listo para captar ninguna excepción a las reglas. De hecho, los estudios demuestran que no es hasta que los niños tienen 7 años (aunque posiblemente a los 5) que comienzan a tener una comprensión práctica del efecto del uso apropiado de las mentiras piadosas, como evitar herir los sentimientos de su abuelita cuando le regala un suéter feo.
Sé un detective de honestidad
Es fácil cachar a un niño pequeño en una mentira, ya que son bastante malos en eso. (Tú: “¿Dibujaste en la pared?” Niño pequeño: “No.” Mientras tanto, tu principal sospechoso sostiene un plumón y tiene garabatos rojos en todo el pecho). Pero si tu objetivo es resaltar la importancia de la honestidad, debes comenzar a felicitarlo cuando haya hecho una buena elección y haya dicho la verdad. Eso significa que, cuando tu pequeño confiese haber roto un juguete, te diga que se comió la última galleta o admita que, sí, de hecho le quitó el osito de peluche a su hermano, debes recompensar su honestidad con un elogio genuino: “Estoy realmente feliz de que hayas decidido decirme la verdad.”
Da un paso más allá y comenta sobre la honestidad de otras personas cuando tu niño pequeño esté escuchando. Por ejemplo, si tu amigo te dice que no está dispuesto a reunirse mañana o tu pareja te dice que tienes comida en los dientes, di: ¡Gracias por ser honesto! ¡Lo aprecio mucho! Este tipo de comentarios casuales que se escuchan fácilmente le enseñan a tu hijo que la honestidad es importante.
Invita a la verdad
Si sabes que tu niño derramó la leche, le jaló la cola al gato o puso sus zanahorias en el bote de basura, ¡no le preguntes si lo hizo! Prácticamente le estás rogando que te mienta. ¿Por qué?
Los cerebros de los niños pequeños todavía son demasiado inmaduros para comprender que mentir es una elección moral, señalan los expertos de la Clínica Cleveland. Eso significa que, cuando tu niño pequeño miente, a menudo es una respuesta a que tú te ves molesto. ¡Tu hijo no quiere que te enojes! Mienten para que todo vuelva a estar bien. En cambio, concéntrate en formas de abordar la situación. Por ejemplo, si ves a tu niño pequeño parado en un charco, dile: ¿Tuviste un accidente? ¡Tenemos un problema aquí! Vamos a limpiarlo. Al concentrarte en la solución, tu hijo puede “quedar bien contigo”, lo que fomentará la honestidad la próxima vez.